27 de junio de 2012

Las lecciones de un santo portentoso

Al acercarnos a la figura de San Juan Bautista, hemos de aprender de él varias lecciones. La primera es saber que nuestra vida, toda vida humana tiene sentido, son queridas y elegidas por Dios para cumplir una misión y para la salvación. Obviamente no se trata de la misma misión de Juan. Pero en él y en su misión todos tenemos mucho que aprender.
En segundo lugar, el ejemplo de Juan Bautista, su reciedumbre, su austeridad, su espíritu de oración y de penitencia, de integridad y su radical fidelidad a la misión asignada han de ser igualmente para nosotros todo un referente y un modelo. La vida del cristiano ha de estar siempre en permanente y orante escucha de la Palabra, ha de ser sobria, humilde –“El tiene que crecer y yo tengo que menguar”-, austera, íntegra, coherente, sacrificada, testimoniante y abierta al don de uno mismo por la causa de Jesucristo y de su Evangelio.



La personalidad de Juan el bautista

Es el elegido de Dios: Lc.1, 5-18 anuncia la venida inmediata de Cristo. Por eso, estará lleno del Espíritu Santo desde el seno materno, convertirá a muchos al Señor su Dios, reducirá los corazones rebeldes y preparará un pueblo bien dispuesto para el Señor.

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